jueves, 28 de agosto de 2008

Entre Comillas






Érase una vez una encantadora parejita residente en Valladolid. El ambiente de una de las ciudades más casposas del Estado les agobiaba hasta límites insospechados por lo que empezaron a plantearse migrar a latitudes menos cálidas, donde la gente fuese menos rancia, los políticos menos mangantes y el paisaje verde les ayudase a sobrellevar sus penas. Pensaron en una recoleta villa cercana a Santander (ciudad agradable, abierta, audaz y cosmopolita como la que más). Sí amiguitos, se trataba de Comillas, pedanía conocida por su Universidad Pontificia, donde los niños pontifican en paz, los arquitectos modernistas edifican a sus anchas sus mamotretos horteras y las beatas huyen despavoridas cuando los turistas escupen en las cunetas. Un lugar idea donde desarrollar una creativa carrera profesional y criar a los churumbeles, un apacible retiro donde obreros y sudacas conviven con señoritos emigrados desde Jerez (con su caballo y todo). En fin, os invitamos a un pequeño recorrido gráfico por esta apasionante villa solariega.

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